viernes, 8 de mayo de 2009

Un ¿idílico? mundo privado

Maristella Svampa, socióloga e investigadora del Conicet, señala los límites y peligros del estilo de vida de los countries y barrios cerrados.

Por Ana Laura Pérez


¿Qué manifiesta la migración masiva a barrios cerrados y countries?

En un nivel más general, la expansión de barrios privados y countries ilustra de manera emblemática y radical el proceso de privatización que atraviesa el país desde hace quince años. No hay dudas de que está en relación directa con el aumento de las desigualdades sociales y la crisis del Estado para garantizar los servicios básicos, entre ellos, la seguridad.

¿Y en un nivel más específico?

En un nivel más específico, en la medida en que la expansión de las urbanizaciones privadas tiene por protagonistas no solamente a las clases altas, sino sobre todo a las clases medias exitosas (profesionales, farándula y comunicadores, entre otros), este fenómeno pone de relieve el alcance de la fractura dentro de las clases medias, la distancia social que se instala entre los ganadores del nuevo modelo social, en relación con otros sectores de clase media, marcados por el descenso social y la descalificación laboral.

¿Es realmente posible vivir más seguros muros adentro?

No hay dudas de que es más seguro vivir muros adentro que en un típico barrio abierto de clases medias y bajas, dado el cuadro social del país. Después de todo, ése es el objetivo principal para el cuál se crearon las urbanizaciones privadas.

Pero hay muchos residentes que consideran ingenuamente que, por contar con vigilancia perimetral, las relaciones internas están de por sí aseguradas. El crimen de María Marta García Belsunce mostró las limitaciones de esta ilusión de seguridad absoluta.

El country, ¿no es una respuesta más acorde a tiempos medievales?

Desde mi perspectiva, la sociedad actual, pese a toda su complejidad, comparte ciertos rasgos con el mundo medieval, en la medida en que tiende a convertirse en una comunidad del miedo esto es, una sociedad en la cual la gente no está pensando en función del bien común, sino en cómo evitar lo peor. Por otro lado, el fenómeno muestra que las sociedades actuales abandonaron el desafío de pensar en términos de modelos integradores. Esto quiere decir que, antes que una sociedad, lo que tenemos hoy es una multiplicidad de sociedades, suerte de islotes, con recursos y oportunidades de vida muy contrastantes. Así, mientras que en los islotes más favorecidos la gente cuenta con seguridad privada, a lo que muchas veces se añade la protección estatal, en otros islotes (asentamientos y barrios de clase media) el Estado está ausente y cuando está no es precisamente para proteger a los ciudadanos...

La huida al country, ¿no puede interpretarse como una búsqueda de nuevos lazos comunitarios?

Yo no dudo de que haya una cierta aspiración comunitaria en el nuevo estilo de vida, pero lejos de cualquier ideal igualitario.

Así, cuando algunos creen vivir una vuelta al barrio, hay que recordar que el barrio, tal como se conoció antes en la Argentina, aludía a vínculos de confianza, de familiaridad, pero también a la mezcla social. En cambio, el modelo que proponen las urbanizaciones privadas coloca en el centro una confianza basada en la homogeneidad social (en términos de ingresos) y generacional (parejas jóvenes). Lo segundo que hay que aclarar es que si bien esta aspiración comunitaria fue un rasgo de la estrategia de comercialización del nuevo modelo urbano, luego de 20012002 se prioriza la seguridad sin más.

¿Y eso sólo por la crisis?

Por un lado, los robos, accidentes y crímenes en los countries y barrios privados quebraron parte del mito de la seguridad absoluta con el que se venía publicitando este estilo de vida mostrando que, en realidad, es muy difícil sustraerse a la lógica general del conjunto.

Después de todo, los islotes están bañados por las mismas aguas. Por otro lado sí, la crisis se llevó consigo las utopías verdes o new age, en la medida en que potenció los temores de aquellos que hasta hacía poco tiempo se sentían invulnerables tras los muros.

¿Cómo modifica a sus habitantes la vida de encierro?

La separación espacial tiene como correlato la emergencia de una estructura psicológica polar, poco apta para captar los matices y desenvolverse en la complejidad propia de las ciudades actuales. Tengamos en cuenta que el nuevo estilo de vida implica la puesta en acto de fronteras físicas y rígidas que establecen una clara separación entre el adentro y el afuera. Esta división trae aparejada la interiorización de un código binario que, alentada por el contraste social, reorganiza la vida cotidiana y la relación con los otros, en un registro inequívoco que diferencia el nosotros de los otros ; los iguales de los diferentes, borrando los matices. Así, puertas adentro, se desarrolla un ámbito pacificado, en el cual las regulaciones son claras y los comportamientos, previsibles. En cambio, puertas afuera, sobrevuela la amenaza difusa, el otro se torna inasible y desconocido en un contexto en el cual lo diferente se transforma muy rápidamente en extraño. Así, el temor se cristaliza en aquellas zonas oscuras (puentes, accesos) que emergen como tierra de nadie, a la manera de los peligrosos cruces de la Edad Media, donde acechaban los temibles salteadores de caminos. Temor que se exacerbó con la crisis.

Uno de los principales argumentos para la mudanza a una urbanización cerrada es el de una vida librey sana para los chicos. ¿Qué dicen las investigaciones al respecto?

Las investigaciones muestran que, si bien el nuevo estilo de vida se expresa en ventajas inmediatas (mayor autonomía de los niños puertas adentro), han surgido varios riesgos que, lejos de ser coyunturales, son propios de este estilo de vida. Por ejemplo, la autonomía cada vez más precoz de los niños favorece el debilitamiento del control familiar, lo cual potencia ciertos riesgos, como accidentes dentro del predio, trastornos de conducta, agresiones y, en el límite, actos de vandalismo infantil como ha sucedido en los countries más nuevos y elitistas.

¿Y puertas afuera?

La contracara es la falta de autonomía y la ausencia de destrezas para resolver situaciones que plantea el mundo exterior.

Así, cuando visitan la ciudad abierta los niños se desenvuelven con ingenuidad y confianza suicida o, por el contrario, rehuyen todo contacto con ella (llegando hasta los ataques de pánico), buscando refugio en los espacios protegidos. Por otro lado, esta dependencia hacia afuera termina siendo conflictiva para los adolescentes. Las salidas a los boliches, por ejemplo, se convierten en verdaderos operativos colectivos que esclavizan a los padres y coartan la libertad de los hijos, al tiempo que acentúa la homogeneidad de los círculos sociales (siempre son los mismos que se cruzan en los mismos lugares).

¿Como será la nueva generación country?

Muy probablemente será una generación que habrá incorporado los códigos de conducta propios de las clases altas (como la jerarquía y la distancia social, la búsqueda de la homogeneidad y los privilegios), proclives a preocuparse solamente por la reproducción de su estilo de vida. Una generación con grandes dificultades y escaso interés en pensar en un modelo de país más justo, igualitario e integrado.


Fuente:
Revista Viva – Clarín - Nota - Pensamiento.05.06.05.



Hola gente encontré esta entrevista publicada por la revista Viva en el 2005. Me pareció bueno subirla ya que se relaciona con el texto de Bauman que estuvimos debatiendo ayer en clase.


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