viernes, 15 de mayo de 2009

Países pobres y crisis globales

Según reportes del Banco Mundial, en 2005 sólo una de seis personas en los mercados emergentes superaba los dos dólares por día y se ubicaba fuera de la línea de pobreza...

Los países ricos atraviesan una crisis que, por sus alcances y connotaciones económicas y sociales, ha sido caracterizada como global. Sin embargo, no se puede soslayar un aspecto fundamental y dramático: la actual crisis encontró a la gran mayoría de los países pobres inmersos en una crisis anterior —la de las materias primas y, particularmente, la alimentaria— que, por sus implicaciones, también tiene un carácter global. Y, adicionalmente, ricos y pobres son afectados por otra crisis también global —la ambiental—, que, más allá de las capacidades muy diferenciadas de unos y otros para encararla en el corto y mediano plazo, a futuro repercutirá sobre todos los habitantes del planeta, independientemente de su condición.

Así planteadas las cosas, no cabe duda de que los más afectados por esta avalancha de crisis serán los países pobres. No sólo porque, una vez más, deberán pagar platos rotos ajenos, sino también porque no han desarrollado sus propias capacidades internas, a fin de estar mejor preparados para encarar tiempos de vacas flacas. Por desgracia, en los pequeños periodos de vacas no tan flacas, actúan con una visión de corto plazo y sobre la base de agendas predominantemente políticas —el caso boliviano no es la excepción—, dejando a un lado componentes más importantes relacionados con sus problemáticas socioeconómicas de carácter estructural. Lamentablemente, la erupción de esta avalancha se da tras una década de crecimiento en la que, más allá de las contradicciones existentes y persistentes, se logró sacar a millones de personas de la pobreza.

Según reportes del Banco Mundial, en 2005 sólo una de seis personas en los mercados emergentes superaba los dos dólares por día y se ubicaba fuera de la línea de pobreza, aunque aún ganaba menos de tres dólares diarios. Actualmente, se estima que casi 65 millones de personas estarán por debajo de la línea de pobreza este año —12 millones más de lo que se esperaba el mes anterior—, y 53 millones caerán por debajo del nivel de pobreza absoluta ubicado en 1,25 dólares por día —en comparación con 46 millones que se preveían el mes pasado—, por lo que el Banco Mundial cree que morirán entre 200.000 y 400.000 niños por día, desde hoy y hasta 2015, algo que se habría evitado si no hubiera sido por la crisis financiera global.

Desde la perspectiva de los países pobres —muy afectados, pero inocentes con relación al origen de la crisis que afecta a los ricos—, sería absurdo, precisamente en tiempos de crisis, jugar el papel de la víctima pasiva que espera una legítima reparación. Tampoco se puede asumir una posición retórica agresiva —propia del bravucón demagogo—, ya que la naturaleza global de las crisis que afectan a los países pobres les obliga a pensar y actuar globalmente y, consecuentemente, en un ámbito de diálogo y entendimiento con los países ricos, especialmente con sus estratos más sensibles a los problemas globales.

Los países pobres de nuestra región deberían formular propuestas concretas que constituyan una respuesta propia

—no una receta desarrollada por organismos internacionales— y constructiva —contestataria, pero no confrontacional—, respecto de los planteamientos del G-20.

Las respuestas a las crisis deben ser globales y sólo podrán darse mediante esfuerzos compartidos.

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