jueves, 9 de julio de 2009

El abuso de los apelativos en la política

Según Aldestein, un apelativo es un término del léxico para mencionar a una persona. Algunos de ellos son pronombres personales, títulos o cargos, términos de relación o parentezco o cualquiera de ellos que designe a un ser humano.

Así como antaño Juan Domingo Perón era mencionado, según sus adeptos o detractores, como "EL Pocho" o "El tirano prófugo", en la comunicación política actual hay una tendencia a familiarizar a los funcionarios mas representativos llamandolos por sus nombres de pila. Estos apelativos surgen de las mismos directores de campaña, donde se busca instalar a un político en el imaginario del electorado, o de los medios de comunicación en complicidad con aquellos.

Ejemplos sobran: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner es, simplemente, "Cristina" a secas, en boca de la gente y de los medios (Página 12, cada tanto, la menciona como CFK). "Pino" Solanas juega constantemente con su apodo, haciendo referencia a "plantarse" en el Congreso. No mucha gente sabe que el nombre de Solanas es Fernando. Elisa Carrio, por nombrar otro caso significativo, es "Lilita" para todo el mundo, incluso para los medios. La campaña electoral que permitió a Mauricio Macri ser electo como jefe de Gobierno porteño tenía como slogan "Va a estar bueno Buenos Aires...con Mauricio y con Gabriela (Michetti, vicejefa)". Al recientemente reelecto como diputado Francisco De Narváez le encanta que se lo conozca como "Francisco" o "El Colorado".

Como se ve, apelativos hay muchos. Por comodidad o familiarización, están reemplazando a los nombres propios. Los políticos quieren tener mayor llegada a la gente y por eso los avalan. Pero deben cuidarse de no perder su identidad.

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